
Tu tiempo es un vidrio, tu amor un fakir. Mi cuerpo una aguja, tu mente un tapiz. Si las sanguijuelas no pueden herirte... no existe una escuela que enseñe a vivir.
El angel vigía descubre al ladrón. Le corta las manos, le quita la voz. La gente se esconde o apenas existe... se olvida del hombre, se olvida de Dios.
Miro alrededor: heridas que vienen, sospechas que van
y aquí estoy pensando en el alma que piensa
y por pensar no es alma
desarma y sangra.
(Serú Giran)
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